“El tiempo es el mejor autor: se encuentra un final perfecto” Charles
Chaplin
El tiempo lo decide todo, decide a que hora te vas a levantar, cuanto
podemos usar mientras nos preparamos para ir a la escuela o universidad, decide
cuanto rato estaremos conduciendo hasta llegar al aparcamiento donde
normalmente aparcas todas las mañanas.
El aparcamiento también tiene tiempo, pero como vemos en la imagen
alguien se ha encargado de borrarlo, alguien que se ha cansado de vivir atento
al tiempo.
Siguiendo el camino a la universidad me encuentro con bastantes pasos de
cebra, éstos hacen esperar, hacen que el tiempo pase sin que tú te muevas.
Sigues tu camino y te encuentras un reloj gigante al que siempre miras,
con el fin de ser consciente de si tu paso es el adecuado o debes ir más rápido
para llegar con tiempo a tus quehaceres. Es algo que siempre hago en mi camino
a clase, me paro, miro el tiempo que define el instante, y después, acto
seguido, miro el de mi móvil para ver si van en sintonía.
Cuando llego al acueducto, los rayos del sol de la mañana, penetran por
sus arcos de medio punto, dejando ver una pequeña reja anaranjada en el suelo
que sostiene al acueducto. Es una de las cosas en las que me suelo fijar en el
momento que me dispongo a subir la gran cuesta que me lleva a Trinidad.
¿Y qué pasa cuando el sol es sustituido por la lluvia?, Pues me fijo en
el suelo resbaladizo del adoquinado, lo que me informará del tiempo que ha
estado lloviendo.
El caso… Es que vivimos del tiempo, no podemos vivir sin él. No hablemos
del día en que se nos olvide en casa nuestro administrador de tiempo o la
esfera con agujas, no podemos vivir sin ello, ese es nuestro problema.
Hoy se me ha olvidado el móvil en casa. “Que mala pata”, pensé cuando me
disponía a salir del coche. Por suerte la tarde anterior, cuando recogí a mi
hermano del colegio, se dejó olvidado en el asiento trasero su reloj de Bob
Esponja, ya podía saber que hora era y para variar llegaba tarde…


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