domingo, 29 de abril de 2012

Martes con mi viejo profesor


 Vivir no es sólo existir,
 sino existir y crear,
 saber gozar y sufrir
 y no dormir sin soñar.
 Descansar es empezar a morir.

“Gregorio Marañón”



Mitch Albom nos relata en 1997 su propia historia real donde él, un alumno de universidad establece una relación con su profesor que no acabará hasta el día en que llega el final para Morrie, el profesor de psicología.

Morrie era el profesor preferido de Mitch, pero no sólo era un simple profesor de la universidad, era la persona que le enseñaba las cosas que no salían en los libros, cambiando así, la forma de ver la vida, la perspectiva de ver las cosas, le hizo ver que tarde o temprano la muerte está siempre ahí y que la vida se había “inventado” para ser vivida.

La ELA (Esclerosis Lateral Amiotrófica), es la enfermedad mortal que contrajo Morrie y que le fue consumiendo de poco en poco, haciendo que no pudiera conducir, dar clase, andar… Morrie comienza a ser consciente de que la muerte le pisaba los talones, veía cada día que pasaba que sus días se agotaban.

Cuando Mitch conoce por medio de una entrevista la enfermedad de Morrie, decide ir a visitarle, volviendo así a las antiguas conversaciones que habían establecido horas y horas en su tiempo de almuerzo.
Mitch era consciente de que tarde o temprano Morrie moriría, pero lo consideraba de modo tabú, a pesar de que Morrie pensara que no es malo hablar de la muerte, pero si sería incómodo y no se asumiría de forma natural.

En un principio Mitch, antes de retomar la relación con Morrie, se le podía considerar egoísta respecto a la vida, prefería tener un buen trabajo antes de “perder el tiempo” pensando que estaba haciendo mal o bien.
Dejó atrás al viejo Mitch para que su ambición y su trabajo fueran su nueva ley de vida, creyendo así que el éxito sería la clave para sostenerse.

Morrie se moría, cuestión de meses marcaba su fin y los 17 años que llevaba sin ver a su alumno hicieron que levantara cabeza y compartiera el sentimiento que le provocaba el estar postrado en su silla de ruedas.

Tras su nuevo encuentro, el trato de Morrie hacia Mitch era más moral y reflexivo que antaño. Mitch se había vuelto un adulto que había renunciado a los sueños para trabajar con fines económicos, ante esto Morrie le propone el dejar de seguir las reglas impuestas por la sociedad para dar paso a la búsqueda de la felicidad y cultura.
Para Morrie la felicidad se define en “amor” , ya que si tienes amor, aunque te estés muriendo vivirás el resto de tus días feliz.
Mitch visitaba a su viejo profesor cada martes para retomar las clases pendientes de la universidad, pero no en sentido estricto, sino en sentido de la vida en sí misma, donde los temas que predominaban eran el amor, la familia, amistad, miedo a la vejez, la muerte…

Era un comienzo de un curso de los martes, donde te enseñaban a vivir la vida con una metodología moral.
·         Amor: Es necesario el rodearse de personas y familia que se quieren. Morrie es realista, pero a la vez sensible, no era de extrañar el verle llorar cada mañana y el refugiarse en las personas que quería “El amor es lo que te hace seguir vivo”.
·         Matrimonio y familia: Búsqueda de abrirse para contar la vida sin trabas. Morrie pretende que Mitch llore, pero a pesar de la confianza y la amistad que hay, a Mitch le costó mucho.

Los temas que se trataban siempre tenían la misma finalidad para Morrie, el que nunca era tarde para perdonar, amar, reconocer la muerte y sobretodo aprender a apreciar la vida.

Morrie quería dejar claro que después de la muerte se pone fin a la vida, pero no a la amistad con el fin de demostrar que el amor es primordial en el ser humano.

Tras la muerte de Morrie, se puede apreciar como Mitch ya era consciente de la situación y de que su profesor había sacado todo el partido posible de las pocas semanas que le quedaban en vida, para hacerle ver la felicidad en compañía, además de concienciarle de la importancia del amor y del segundo plano del dinero, del poder e incluso de la salud.

Este libro me ha mostrado que nunca es tarde para retomar lo que dejaste atrás o dejaste a medio hacer.
Un libro con sentimiento y gran emoción moral que trata los temas que damos por secundarios, pero que realmente deben ser primordiales.
“Martes con mi viejo profesor”, una lectura que nunca es tarde para leer, y además siempre puedes aprender.

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